(Me gusta que me llamen Mariajo)
Información biográfica que quieras compartir (trayectoria vital y/o profesional) : Nací en un pueblo de Cantabria y a los 10 años entré en un interna en un colegio de monjas. Creía que lo que allí nos decían era “la verdad”. No oía ningún otro discurso.
Afortunadamente, al ir a estudiar a Santander, mi cerebro tuvo que recomponerse para cuestionar absolutamente todo lo aprendido.
Pero el salto al vacío, llega cuando me voy a Madrid sin trabajo y a buscarme la vida. Tuve la suerte de conocer a gente muy comprometida políticamente y con esos mimbres, tejí a la persona que creo que soy. Poder participar en la manifestación del 27 de febrero de 1981 para RECHAZAR el golpe de Estado del 23, es de las cosas más emocionantes que me han pasado. Lagrímas, silencio, miedo, esperanza y alegría, se unían en un caminar, donde la gente se echó a la calle, con el firme proposito de defender una incipiente Democracia.
Trabajé en el Ministerio de Educación en Programas de Formación y Evaluación de profesorado. Mis mejores amigas las encontré alli y con ellas sigo.
Volví a Santander, por motivos personales y he encontrado “mi lugar en el mundo”.
Estoy muy contenta de vivir aquí y hago las cosas que me gustan: Leer, pasear, charlar, escuchar la radio, hacer fotografías, comer cosas ricas y probar otras nuevas y estar con mi familia.
Soy muy curiosa y creo que se puede aprender de todo y de todos. Escuchar a la gente también me fascina.
Yo me apunté a este proyecto por confianza, primero en la persona que me lo descubrió y luego en Palmar, la Coordinadora. No me ha defraudado en absoluto.
Yo no entendía muy bien cómo iba a desarrollarse, y me pareció como “una cita casi a ciegas” con nervios por saber si yo podría comunicarme bien con la joven que me tocara y si iba a aparecer en la pantalla. Soy bastante analfabeta en lo digital, pero si he podido yo, puede cualquiera. Os lo Garantizo.
El título ya me parece muy sugerente y atractivo. Memorias compartidas con gente joven y americana, me sonaba raro pero muy, muy bien.
Después de este año puedo decir que para mí ha sido muy gratificante, me ha obligado a revisitar mi memoria, a desordenar las certezas para volver a ordenarlas de otra manera y a comentarselo a estas jóvenes. El proceso de escucha ha sido mutuo y yo he aprendido muchísimo.
Es un regalo de la vida, una “maravilla” en el más estricto sentido de la palabra (algo sorprendente y único)